Bella Candelaria
Caminar por la Candelaria es remontarse al pasado, de lugares antiguos, calles empedradas y tardes bohemias de tenues luces que con la perfecta compañía será una experiencia inolvidable.
Nosotros, un grupo de cuatro personas, tres Colombianos y un Extranjero – Americano, decidimos caminar sus calles coloridas sin preguntarnos una ruta adecuada, ni un camino trazado o planificado; nuestra intención fue dejarnos llevar por aquellas angostas callejuelas que se entrecruzan unas con otras, que en ocasiones no sentido alguno pero que siempre darán gusto recorrer, un regalo que nos ha dejado el tiempo para contar nuestra historia. Desde la calle de la Fatiga hasta el callejón del Embudo, pasando por el chorro de Quevedo y la Ermita de San Miguel; pero además de un recorrido ameno sentimos que debíamos probar todo lo que nos ofrecía aquel lugar y como extranjeros nos tomamos el plan enserio, sentándonos en una de las aceras del Callejón del embudo, lugar mágico de Bogotá, donde probamos la típica “chicha”, pero además añadimos en nuestra lista de compras una de sus variaciones contemporáneas “Chicha con sabor a Maracuya” fue la que más nos llamó la atención, su sabor nos ha sorprendido ya que su combinación hace que tenga un dulzor especial. Entre su variedad de sabores encontramos uva, chicle, fresa, entre otras frutas exóticas de nuestro país. Había tantas opciones, que cualquier catador experto moriría por degustar.
Además de fotos inigualables, nos llevamos de aquel lugar una historia que siempre recordaremos, un regalo único que estará en nuestras memorias para siempre. Por qué ¡la bella Candelaria es agradable y llena de sorpresas para aquel que se atreve a visitarla y caminar sus calles!